La falta de definiciones y los rumores sobre la deuda argentina marcaron una semana de desconcierto para los inversores. A pocos días de que Alberto Fernández asuma el poder en la Argentina, los bonistas que tienen títulos de la deuda están a oscuras. Quienes tienen bonos del país, que seguramente serán reperfilados, se preguntan si Fernández esconde una estrategia de shock para sorprender o si es un gran improvisado.

“Si hace unos días teníamos claro que Guillermo Nielsen se iba a encargar de la deuda y quizás del Ministerio de Hacienda, hoy no es tan así. No sólo parece que tal vez no tenga esa cartera a cargo, sino que además está en duda que su idea para arreglar con los bonistas sea la que tomará Fernández. Aparecen voceros, asesores, gente que dice tener contacto con Alberto. Es muy confuso todo”, relataba una fuente desde Nueva York, según el sitio iProfesional.com.

A la falta de definiciones se sumaron nuevos “jugadores” que hacen más difícil descifrar la clave albertista. La irrupción de Martín Guzmán, economista cercano al premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, generó un revuelo en el mercado. Guzmán, a diferencia de Nielsen, es un desconocido para los inversores y tenedores de deuda argentina. La propuesta de Guzmán -una quita del 20% del capital y dos años de gracia, sin poda en los intereses)- fue “ninguneada” por Nielsen. La interna en el corazón de los “referentes” económicos del Frente de Todos generó confusión en Wall Street. Tan es así que el Citi, la entidad bancaria que busca acelerar un acuerdo entre bonistas y la Argentina, salió a enterrar la propuesta de Guzmán. Sostuvo que la quita del 20% de la deuda sin extensión de vencimiento y período de gracia de dos años para los cupones “es muy generosa”, pero no sostenible. En Buenos Aires y Wall Street saben que Fernández no puede demorarse. La deuda y los vencimientos ameritan una rápida acción. La inacción hace que los bancos de Nueva York empiecen a pedir a Alberto que haga algo. Analistas de Barclays Capital dijeron en un informe que no hay tiempo para perder. “El nuevo presidente tendrá que entregar una solución rápida al problema de la deuda externa o arriesgarse a un escenario de default prolongado con costos económicos significativos”, indicó Barclays. Así, esperan una reestructuración relativamente inmediata y sin quitas muy grandes.

Se preguntan si el Presidente electo esconde una estrategia o si es un improvisado